Hepatitis Autoinmune (HAI)

¿Qué es la Hepatitis Autoinmune (HAI)?

La Hepatitis Autoinmune (HAI) es una enfermedad crónica del hígado que cursa en brotes produciendo inflamación del tejido hepático por un ataque de las propias defensas (autoinmunidad) a las células del hígado.

Puede estar relacionada con otras enfermedades autoinmunes como la tiroiditis o diabetes mellitus tipo 1, entre otras. Es más frecuente en mujeres, puede verse a todas las edades pero tiene dos picos de incidencia, a los 40 y a los 60 años.

Existe la HAI tipo 1 que es la más frecuente en nuestro medio y es típica de adultos y la HAI tipo 2 que es más frecuente en niños y adolescentes.

¿Cómo se diagnostica?

Se necesita una analítica en la que se objetivan elevación de transaminasas (GOT y GPT) con los anticuerpos típicos y elevación de la gamma-globulina.
Es importante descartar otras causas como las hepatitis víricas, por fármacos o por alcohol.
En muchos casos se necesita una biopsia hepática para establecer el diagnóstico definitivo y estudiar la presencia de fibrosis.
La fibrosis se puede medir a través de técnicas de Elastografía de transición hepática (FibroScan CAP®).

¿Qué síntomas tiene?

Los síntomas son muy inespecíficos o incluso inexistentes. Puede notarse mucho cansancio, dolor en las articulaciones y color amarillento de la piel o de la parte blanca de los ojos (ictericia).

¿Qué pronóstico tiene?

Con el tratamiento adecuado, la hepatitis autoinmune tiene un pronóstico bueno. Sin tratamiento, el riesgo de complicaciones graves aumenta de forma considerable.

¿Cómo se trata?

El objetivo del tratamiento es disminuir la inflamación con los fármacos indicados por su médico especialista. La pauta más habitual de inicio de tratamiento es con medicación inmunosupresora, como serían los Corticoides o la Azatioprina.

Su médico especialista determinará la combinación de fármacos, las dosis y el tiempo necesario dependiendo de la evolución clínica y analítica.

En algunos casos se puede retirar la medicación pero siempre bajo una estrecha vigilancia porque existe un riesgo alto de que la enfermedad resurja.
En los casos graves en los que se produce insuficiencia hepática (tanto en casos de reciente aparición como crónicos) puede ser necesario incluso plantear el trasplante hepático.