Las prótesis utilizadas en el aparado digestivo son esencialmente tubos huecos de diverso tamaño, material y forma, que tratan de restablecer y mantener el tránsito a diferentes niveles.
Las primeras que comenzaron a utilizarse se colocaron en la vía biliar y eran de material plástico, comenzando posteriormente a colocarse en esófago, estómago, intestino delgado vía pancreática y colon.
El descubrimiento del NITINOL, una aleación de niquel y titanio que tiene la interesante propiedad de ser muy maleable y mantener al tiempo una memoria de forma, revolucionó el campo de las prótesis médicas a todos los niveles, posibilitando que se pudiera introducir una malla metálica con forma de cilindro hueco y comprimida dentro de una estrecha funda en el interior de una estenosis, liberándola allí.
Al recuperar su forma primitiva, la red metálica (conocida habitualmente como stent) ejerce una presión permanente sobre las paredes de la estenosis reabriendo la luz, al menos en parte.
Existen muchos tipos de stents, metálicos en su totalidad o recubiertos de material plástico, de innumerables formas y calibres, adaptados a cualquier necesidad, que son capaces de repermeabilizar desde un tramo obliterado de una arteria de pocos milímetros hasta una estrechez a cuaquier nivel del tubo digestivo o sistema biliopancreático a donde podamos llegar con un endoscopio.
Los stents pueden ser utilizados como prótesis temporales, con necesidad de recambio al cabo de un tiempo, o bien ser definitivs y colocarse con intención curativa o tan solo paliativa, mejorando en este caso la calidad de vida del paciente, pero sin resolver la causa de su enfermedad.